Tal vez sea por la globalización, quizá por la influencia homogeinizadora de la televisión o por la mediocridad propia de un siglo que desilusionó a aquellos que soñaban con que el hombre llegaría a Marte en el año 2001. Lo cierto es que en la actualidad es cada vez más difícil encontrar personajes originales, que se destaque entre la muchedumbre. Incluso entre los más jóvenes, que hacen hasta lo imposible por llamar la atención con sus pelos de colores y la más impactante indumentaria.

En la década del 50, Hollywood caracterizaba a los argentinos como gauchos con grandes sombreros y chinas de trenzas negras. Hoy, los gauchos bonaerenses usan sofisticadas zapatillas que se adaptan a las superficies más irregulares y llevan celulares con minibrowsers que permiten navegar por Internet.

Si encendemos el televisor y hacemos zapping por los canales estatales de Italia, México, España, Brasil, Alemania o Francia, nos encontramos con que la moda, la gestualidad y la mediocridad es igual en todos lados.

Más de un espíritu sensible, de aquellos que se suele definir como paranoicos, sostiene que detrás de todo esto existe una gran conspiración para que la muchedumbre sienta un deseo compulsivo de escuchar cumbia villera, usar anteojos con cristales de colores pastel, poseer el teléfono celular más chico y comer en la hamburguesería de la esquina. Son ideas extrañas de gente que no entiende qué es ser "fashion".

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