“Si se muerde la lengua, muere envenenado”. La expresión, además de irónica, siempre me pareció graciosa. Nunca creí que alguien pudiera morir por morderse la lengua. Tal vez eso mismo pensó Allan Pinkerton.

¿Quién era Allan Pinkerton? Era un tipo muy particular. Nació el 25 de agosto de 1819 en Glasgow, Escocia, y emigró hacia los Estados Unidos para establecerse en Chicago en 1842.

Comenzó a trabajar como fabricante de barriles y en 1846 capturó a una banda de falsificadores, por lo que fue elegido sheriff del condado.

En 1850 creó la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton. La recuperación de una gran suma de dinero robado a la Compañía Adams Express y el descubrimiento de una conspiración para asesinar a Abraham Lincoln, en 1861, le convirtieron en un personaje muy popular.

Durante la Guerra Civil estadounidense organizó el servicio secreto del Ejército de la Unión.

Más adelante, durante las huelgas ferroviarias de 1877, su agencia proporcionaría esquiroles (obreros dispuestos a reemplazar a los huelguistas) a los que logró infiltrar en organizaciones obreras.

Pinkerton también escribió libros: “Huelguistas, comunistas y vagabundos” (1878) y “Detective durante 30 años” (1884).

La vida de este hombre de acción no finalizó en un tiroteo o asesinado por algún enemigo vengativo, no.

Murió tras morderse la lengua en un traspié y contraer gangrena.

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