A los 13 años escuchó por primera vez hablar de uno de los jerarcas de las Potencias del Eje y en un manual de Historia Moderna y Contemporánea descubrió la Segunda Guerra Mundial. Años más tarde sus conocimientos sobre el conflicto más grande de la historia lo llevaron a la televisión y participó en el recordado programa “Odol Pregunta”.
Hace unos meses, Mario Carrozzi aprovechó sus vacaciones para realizar un viaje a Europa y visitar diez países, en los que recorrió lugares de valor histórico para los estudiosos de una guerra que dejó un número de muertos inimaginable: entre 50 y 70 millones.
El viaje comenzó por Noruega, donde el necochense tuvo la oportunidad de conocer la antigua fortaleza de Oscarborg. Explicó que es “una isla en la cual se habían instalado baterías de artillería costera, que protegían la entrada al fiordo de Oslo, y fue precisamente allí donde los noruegos hundieron el crucero pesado Blücher, nave insignia de la flota invasora alemana, el día 9 de abril de 1940”.
Durante el mes de septiembre pasado, Carrozzi también visitó Suecia, Dinamarca, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Austria, Hungría, Polonia e Italia.
“Otro lugar que me interesaba muy especialmente conocer era el museo que, en mi viaje anterior estaban construyendo en Berlín, en el antiguo número 8 de la Prinz Albrechstchstrasse, que era el lugar donde funcionó el Cuartel General de la Gestapo durante el período nazi”, explicó Carrozzi, que en diciembre de 2011 publicó el libro “Del Tercer Reich a la Argentina”.
El texto es producto de años de investigación sobre algunos jerarcas nazis que al final de la guerra de exiliaron en la Argentina.
Para completar el libro que había comenzado a escribir en 1983 y finalizado en 1988, Carrozzi viajó a Europa en 2009 y visitó Alemania e Inglaterra.

Camino del horror
En este viaje Carrozzi pudo finalmente visitar el museo que se construyó en el lugar donde había estado el Cuartel General de la Gestapo. “Sabía que el edificio había sido destruido por los bombardeos aéreos aliados y de la artillería soviética, por lo cual no sabía si se había reconstruído siguiendo los planos originales o se había diseñado un museo con ideas vanguardistas”, explicó.
“Denominado Topografía del Terror, es un espacio al aire libre bastante amplio donde muestran en paneles el advenimiento del régimen de Adolf Hitler, la agonía de la República de Weimar , el asesinato de la democracia, la persecución de las razas consideradas inferiores, hasta llegar a la técnica del exterminio, a partir de la Conferencia de Wansee”, señaló.
Pero si ese museo exhibe el horror del nazismo, visitar el enorme campo de concentración y exterminio de Auschwitz, instalado en cercanías de la ciudad de Cracovia, es algo que Carrozzi no puede explicar.
Allí “perecieron cientos de miles de seres humanos y ver los restos del cabello que le quitaban a los prisioneros, los juguetes arrebatados a los niños y una enorme cantidad de calzado de todo tipo, creo que me exime de encontrar palabras para explicar mi estado de ánimo en ese momento”.
“En el viaje anterior había estado en los campos de concentración de Sachsenhausen (cercano a Berlín) y en Dachau (a pocos kilómetros de Munich), pero tenía la certeza que este campo emplazado en el antiguo territorio polaco sería más patético”, dijo. Y no se equivocó.

Un remanzo
Pero entre tanto horror, Carrozzi también tuvo oportunidad de visitar algunos lugares que después de la guerra fueron convertidos en sitios de interés para la comunidad. “Algo maravilloso fue conocer en Viena un acuario construido en una ciclópea torre de artillería antiaérea alemana, con paredes de cemento armado de 2,5 metros de espesor y once pisos de altura”, señaló.
“Realmente muy emocionante ver a través de ojos de buey de cuatro metros de diámetro aproximadamente, tiburones de variadas especies, manta rayas, tortugas marinas y peces tropicales. Un atractivo serpentario, la recreación de una pequeña selva tropical con monos, murciélagos, una gran diversidad de aves, camaleones, arácnidos de todo tipo y tamaño, complementaban este atractivo lugar”.
Además, pudo visitar Praga, una de las ciudades más hermosas del Viejo Continente. También “Roma, con el imponente Coliseo, el Arco de Triunfo y ese diminuto, pero tan venerado por los católicos, Estado del Vaticano, Venecia con sus gondolieri y el inolvidable azul turquesa que circunda a la isla de Capri”, dijo.

Vuelta al terror
Aunque uno de los momentos más impactantes del viaje también lo vivió en Praga y no fue precisamente debido a la belleza de la ciudad. “Si bien pensaba que lo que más me impactaría sería el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, me produjo un shock mayor la pequeña cripta de la Iglesia de San Cirilo, en Praga”, explicó.
Allí, manifestó Carrozzi, “se habían refugiado siete checos de la resistencia que atentaron contra la vida de Reinhardt Heydrich, jefe de los servicios de seguridad (segundo de Heinrich Himmler)”.
Entre aquellos hombres se encontraban incluso los autores materiales del ataque: Josef Gabchik y Jan Kubis. “El lugar era muy pequeño, tenuemente iluminado. Allí están los bustos que recuerdan a los siete. Ninguno sobrevivió a la represión que organizaron las tropas de ocupación germanas. Incluso llegaron a utilizar gases asfixiantes y agua, inundando el lugar. Los dos últimos sobrevivientes prefirieron suicidarse antes que caer en manos de los agentes de las SS y de la Gestapo”.

Hacia las profundidades
Carrozzi no cree que vuelque las experiencias de este viaje en un nuevo libro. Aunque señaló que en la “investigación histórica se sabe cuándo se comienza, pero nunca se conoce el final hasta tanto no se llegue a la meta prevista”.
Mientras tanto, Carrozzi sigue recopilando material bibliográfico sobre la Segunda Guerra Mundial. En 1996, cuando Ecos Diarios lo entrevistó por su afición a este tema, tenía 800 libros y en la actualidad el número de volúmenes de su biblioteca ya supera los 900.
Además, ya sueña con una próxima expedición. “Un lugar que me gustaría conocer y que es una vieja deuda conmigo, es un sitio bastante lejano, emplazado en los Estados Federados de la Micronesia (entre la Polinesia y Japón), llamado Truk Lagoon”, explicó.
“Esta importante base naval nipona sufrió un gran ataque aéreo los días 17 y 18 de febrero de 1944 y provocó el hundimiento de decenas de buques, aunque la mayoría no eran de guerra sino mercantes de aprovisionamiento bélico”, indicó.
“Llevado a cabo este ataque con las dotaciones aéreas de siete portaaviones norteamericanos, pertenecientes a la 34 y 58 Task Force, el lugar se ha convertido en el mayor museo submarino del mundo y es el destino privilegiado de los buceadores”, precisó. “Ya llegará el momento de viajar hacia allá, entretanto tendré que incrementar las inmersiones de buceo para adquirir un estado físico y psíquico acorde a las exigencias del lugar”.

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