El 9 de julio 1893 se realizó una fiesta escolar que por su magnitud quedó registrada en la historia local. El festejo se llevó a cabo en la cancha de pelota a paleta Laurak Bat, en la esquina de avenida 59 y 64, donde funciona en la actualidad una popular heladería. Una de las organizadoras del acto fue la recordada docente Dolores Rom, quien con el paso del tiempo quedaría en la memoria popular como la primera maestra de la ciudad.
La fiesta comenzó a las 7.30 de la mañana y participaron niños de las escuelas 1, 2 y 4 de nuestra ciudad. El acto era a beneficio de los niños pobres de la ciudad y durante semanas se vendieron las entradas para el espectáculo.
El que consistía en una serie de números musicales y declamaciones de los alumnos, había sido preparado durante meses por Lola Rom, que dirigía la Escuela Nº 2, y los directores de los otros dos establecimientos León Bergeonneau y Juan Serrallonga.
El establecimiento gráfico El Baluarte, en el que también se editó el primer periódico de Necochea, imprimió el programa de actos, que constaba de tres partes e incluía unos 45 números musicales y declamaciones.

Lola, la primera maestra
Sus alumnos la llamaban Lola. Dolores Rom fue la primera maestra de nuestra incipiente ciudad. Cuando se fundó el pueblo de Necochea, sólo treces chicos del distrito recibían educación, por esta razón años antes se iniciaron gestiones ante el director general de Escuelas de la Provincia, Domingo Faustino Sarmiento.
El 1º de marzo de 1883, desafiando toda precariedad, Dolores Rom comenzó a dictar clases en la que luego sería la Escuela Nº 2 y que en ese momento eran nada más que tres aulas con paredes de barro.
“Mi primera escuelita tenía 10 varas de frente por 6 de fondo. Era un ranchito de adobe en el que cabían más o menos bien mis 24 primeros alumnos”, explicó años más tarde Dolores. Muchos de los chicos venían a caballo de las chacras vecinas.
“Cuando los vi sentados en los rústicos bancos mi primer día de clase, pensé en lo terrible que sería mi tarea. La mayoría eran indiecitos y no sabían lo que era una letra. Mi padre me alentó y a veces venía a verme dar clase, mirándome por la ventana”, señaló.
Rom había nacido en Tandil el 31 de octubre de 1866. Hija de Clemente Rom, español, y de Dolores Molina, una uruguaya. Llegó a nuestra ciudad el mismo año de su fundación.
“Fui poco a poco dotando a la escuelita de lo que le hacía falta”, recordó muchos años después. “Puse los horarios en marcos, ordené deberes en carpetas, hice la biblioteca en el armario de lavatorio que llevara la casa”.
“Cuando llegó el primer inspector me di un gran susto. Recuerdo que se detuvo una volanta en la puerta y descendieron el inspector Leopoldo F. Bom y Angel Murga, fundador del pueblo. La puertita era tan baja que debieron inclinarse para entrar. Dicté frente a ellos mi clase, con elementos intuitivos y poco tiempo después era nombrada la primera maestra oficial de Necochea”, precisó.
Dolores Rom vivió dieciocho años y siete meses. Se trasladó, ya casada, a San Antonio de Areco y de allí a Buenos Aires en 1906. En la actualidad la Escuela Nº 10 lleva su nombre.

La fiesta inolvidable
El primer piano de Necochea fue el de Dolores Rom. Ella abrió el acto del 9 de julio de 1893 con la interpretación de una pieza musical. Mientras que Bergeonneau tuvo a su cargo el discurso de apertura.
Entre otros alumnos participaron de aquel memorable acto: Juan Tarsia, Valeriano Portillo, Ana Giusto, Josefa Tamborín, Agustín Victorio, Clara Devicentti, Florencio Vieytes, Ana Mezarri, Pastora Amarante, Estefanía López, María Sánchez, María Cazenave, Berta Pongibobe, Agustina Guisso, Corina Fernández, Jerónima Dopico, Sofía Setien, Trinidad Dopico, Corina Rom, Juan Gatti.
Canciones, poesías, pequeños sketch y declamaciones animaron la fiesta que se realizó a beneficio de los niños pobres de la ciudad. Entre los niños que participaron se encontraban algunos de los primeros necochenses de nacimientos.
Casi cuatro décadas después, en octubre de 1931, Rom volvió a nuestra ciudad para participar de los festejos del cincuentenario de Necochea. Entre las personas que se apresuraron saludarla se encontraban muchos de aquellos alumnos.
Emocionada, Lola Rom fue despedida pocos días después por una comitiva que la acompañó hasta la Estación de Trenes de Necochea. Diez años después, aquella docente inolvidable fallecía en la Capital Federal.

Fuentes: Archivo Ecos Diarios y Telpin.com.ar
Publicado originalmente en Ecos Diarios Digital

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