En los primeros meses de 1981, cuatro jóvenes se propusieron realizar un raid en canoas desde el nacimiento del Río Quequén hasta su desembocadura. Pensaron que sería fácil, que el viaje les llevará sólo unos días, pero el viaje se transformó en una aventura. Tardaron 10 días en recorrer los 250 kilómetros de extensión del río, conocieron lugares que jamás había siquiera imaginado que existieran en nuestro partido y afrontar el desgaste de la convivencia.
Meses antes, dos jóvenes tenían ganas de embarcarse en una aventura por las aguas del Río. Pero ni siquiera se conocían.
Un día Juan Piergentile (22 años) se encontró con Claudio Spaltro (19). Ambos se conocían del servicio militar y Claudio sabía de la idea de Juan sobre navegar por el Quequén. Le dijo que conocía a otro joven que tenía la misma idea: Gabriel Bustos, de 20 años.
Poco después, Juan y Gabriel se encontraron, se presentaron y comenzaron a hablar de realizar juntos el raid. Poco después se sumó Claudio Spaltro y otro amigo suyo: Marcelo Ovadía (19).



Veinte años después

"Siempre soñé con hacer algo así", dijo hace unos días Juan Piergentile, que 23 años después de aquella aventura, quiere volver a repetirla. A su lado, Marcelo Ovadía también sueña con esa posibilidad.
"Me encantaría repetirlo, incluso con más gente, especialmente jóvenes, para que conozcan los lugares que tenemos", dijo Piergentile. "Porque el río es hermoso y está virgen todavía. Es algo que tenemos que explotar, ya que es tiene un gran potencial turístico".
En la actualidad, a veinte años de la expedición, Ovadía y Piergentile todavía recuerdan las bellezas naturales del río, que hasta ese momento también era desconocido para ellos.
La aventura se inició como una travesura juvenil. "Recuerdo que dos meses antes nos reuníamos en Fontenai, después de comer y empezamos a anotar todo lo que íbamos a llevar", comentó Marcelo. Hablaban de los elementos que necesitaban para emprender el viaje, pero lo hacían sin mucha conciencia de las dificultades que enfrentarían.
A través de un tío de Juan, consiguieron las dos canoas, que pertenecían al Rowing Club, y comenzaron a realizar un leve entrenamiento para estar en forma.
"Surgió la idea de hacerlo en adhesión al Centenario de Necochea, a ver si nos ayudaba la Municipalidad", dijo Ovadía. Pero finalmente no recibieron apoyo oficial y la mañana del 8 de noviembre llegaron en una camioneta hasta la Colonia Juan de Garay, partido de Benito Juárez, donde se unen el Arroyo del Medio y el Ye Huincó y nace el Río Quequén.
Alrededor de las 11 de la mañana, metieron las canoas al agua y comenzaron la aventura. En realidad, en ese lugar el río era tan bajo que en partes debían cargar las canoas.
En otros lugares el cauce era muy estrecho y las barrancas casi se juntaban. En el primer día de viaje, Ovadía, Piergentile, Bustos y Spaltro se encontraron con un Río Quequén que nunca habían imaginado: salvaje, inexplorado y sorprendente.
Grandes saltos de agua, barrancas altísimas y una soledad por momentos agobiante. "Hubo días que no veíamos a nadie", explican ahora Ovadía y Piergentile.
"Yo lo conocía de Las Cascadas para acá, como la mayoría de los necochenses", dijo Ovadía. "Pero hay saltos impresionantes y barrancas de hasta 15 metros de altura".
"Si muestro algunas de las fotos que tomamos y le pregunto a la gente en dónde cree que estamos, nadie puede creer que sea el Quequén, porque estos lugares son desconocidos para la mayoría de los necochenses. Las maravillas que tenemos son espectaculares, el río es fabuloso", comentó Juan.

El raid
La primera noche, cuando se dispusieron a dormir se llevaron una desagradable sorpresa. Ellos, en su entusiasmo, ni siquiera habían abierto la carpa que les prestaron para acampar y no sabían que en realidad tenía capacidad para dos personas.
"Así que teníamos que dormir como canelones, todos apretados", dijo Ovadía. "Aunque si la noche estaba muy linda dos dormían afuera y los otros adentro".
Ese sólo fue el primer inconveniente. Al cuarto día a Marcelo se le empezaron a hinchar las piernas como consecuencia de las quemaduras de sol. Luego le pasó lo mismo a otro de los integrantes del grupo.
Pero no todas fueron malas. El grupo había informado a la radio que iba a hacer el raid para que la gente del campo estuviera enterada y no fuera sorprendida por la presencia de desconocidos en el río.
Una maestra que había escuchado la noticia los vio desde un colectivo a la altura de Puente Blanco y avisó a la radio local. Fue así como los periodista de El Atlántico de Mar del Plata llegaron hasta el lugar para hacerles la primera entrevista.
La noticia comenzó así a difundirse a nivel nacional a partir de ser reproducida por la agencia Télam.
"Al día siguiente, después de que nos fuimos, el lugar se llenó de gente que quería vernos", dijo Piergentile.
Poco después conocieron a Luis Pulido, capataz de la estancia La Horqueta, que los invitó a comer parrillada y empanadas. Para ellos fue un festín, porque ya para ese momento comenzaban escasear las reservas.

Convivencia e inconvenientes

"Por las noches debíamos dejar secar las ropas que se mojaban durante el día y todo el equipo lo poníamos debajo de las canoas, para que el rocío no las humedeciera", recordó Marcelo.
Después del quinto día el cansancio comenzaba a hacerse sentir.
"Al cuarto o quinto día ya queríamos llegar. Entonces cada vez que veíamos un monte de lejos, decíamos, el monte de Las Cascadas. Y no era", dijo Marcelo. "Cada día decíamos: llegamos mañana y a la noche teníamos que volver a acampar".
El paisaje deslumbrante, poblado por carpinchos, víboras, gallaretas, ranas y aves de la región, comenzaba a tornarse rutinario y comenzaron a surgir los problemas de convivencia.
"En el grupo no había una amistad de años. Yo conocía a Claudio de la colimba, pero no a los otros dos muchachos. No había una amistad", explicó Piergentile. "Al principio fue fácil, porque todo era divertido y estábamos descansados".
Pero el cansancio, la diversidad del grupo y las dificultades de la aventura estuvieron a punto de hacer fracasar la aventura. "Llegó un momento en que empezamos a discutir y, después de calmarnos, hablamos y nos pusimos de acuerdo en que teníamos que terminar el raid", agregó.
En esas circunstancias, las cosas parecieron complicarse aún más con la rotura de una de las canoas. Fue antes de llegar a Las Cascadas, en uno de los saltos de agua.
Sin embargo, estaban decididos a llegar. Repararon la canoa con fibra de vidrio, cargaron todo en la otra lancha y siguieron viaje. En Las Cascadas ya había gente esperándolos. La última jornada fue bajo la lluvia y llegaron al Rowing Club el miércoles 18 de noviembre, a las 18.30.
En declaraciones a Ecos Diarios, Claudio Spaltro definió la aventura como "inolvidable". "Hemos vivido momentos muy lindos, otros difíciles, de peligro, alegres, de nervios. Uno de los mejores, la llegada al Club. Uno difícil, el sábado a la tardecita, cuando se nos rompió la canoa en la que iban Juan y Gabriel. Perdimos una mochila, alimentos y ropa", explicó.
Los raidistas fueron famosos por unos días. Estuvieron en el programa de televisión "Tiempo Libre", que se emitía por Canal 8 y era visto en todo la región y los diarios nacionales difundieron su aventura. Gabriel Bustos manifestó a Ecos Diarios por aquellos días su intención de realizar otra travesía en cualquier momento.
"Pero por distintas circunstancias nos comenzamos a separar y no nos unimos más", dijo Piergentile. "Teníamos ganas de hacer el Río Negro en gomones", agregó Ovadía.
Sin embargo, las ganas siempre están. Piergentile y Ovadía están dispuestos. Gabriel Bustos, que ahora vive en La Plata, mantiene su idea de volver a navegar por el Quequén. Han pasado 23 años, pero los muchachos conservan su espíritu aventurero.

2 تعليقات

  1. HOLA QUISIERA SABER COMO HAGO PARA LLEGAR A COLONIA JUAN GARAY EL NACIMIENTO DEL QUEQUEN

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  2. Hola, perdon por la demora en la respuesta. Según veo en un plano publicado por la arquitecta María Elena Méndez en su libro "Juan Nepomuceno Fernández. Cien años de patrimonio", la colonia Juan de Garay se encuentra en el rinconcito del mapa de Necochea, en los lindes con Benito Juárez y San Cayetano. Tiene como límites entonces, a Benito Juárez, San Cayetano, la ruta 86, el Río Quequén Grande y la estancia San Cala. Es en las tierras que antiguamente pertenecían a los Anchorena. Si va desde Necochea por la ruta 86, la Colonia Juan de Garay está a la izquierda, antes de cruzar el límite con Benito Juárez.

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