Foto de Sandra Torres

"Hasta hace poco era una personal trainner de la pintura", bromeó Sandra Torres, joven que integra una nueva generación de pintores formados en nuestra ciudad.

Ella daba clases a domicilio, de allí lo de "personal trainner". Pero desde hace unos meses se instaló en el centro, en un luminoso estudio lleno de pinturas, esculturas, grabados y caballetes.

La venta de algunas de sus pinturas a un particular que piensa llevarlas a México, hizo que Sandra revisara su idea de tirar los pinceles a la basura y la decidió a alquilar el estudio.

Allí trabaja a diario y da clases. "En los últimos días he recibido muchas sorpresas y ha subido la escalera que ni imaginaba", explicó.

Porque aunque Sandra no ha realizado exposiciones individuales y mantiene un perfil bajo respecto a su pintura, de a poco su trabajo ha comenzado a ser reconocido.


La identidad


Desde siempre Sandra garabateó y dibujó. Hace unos diez años, ante la imposibilidad de irse a estudiar a Mar del Plata, comenzó a concurrir a la Escuela Municipal de Artes.

"Me recorrí todos los talleres", dijo Sandra, que allí aprendió dibujo, pintura, escultura. Pero se negaba a dar el siguiente paso e inscribirse en la Escuela Provincial de Artes. "Renegaba de la posibilidad de ser docentes. Me decía: no sé si es eso lo que quiero ser".

Pero finalmente accedió y en la actualidad le falta realizar el 4 año para obtener el profesorado. Allí tuvo como profesores a Pablo Benedini, Juan Carlos Comperatore, Alejandra Veglio y otros artistas locales de los que aprendió distintas técnicas.

Ya en la Escuela Municipal había participado de muestras colectivas, pintadas de murales, el Festival Infantil.

Sus cuadros comenzaron a ser conocidos a partir de su presencia en exposiciones grupales en la Galería Central, el Centro Cultural, los salones Ángel I. Murga, la Municipalidad, la Feria de Artesanos, etc.

A diferencia de otros artistas jóvenes, Sandra prefiere la pintura figurativa. Eso y la violencia de los colores que utiliza, atrae inevitablemente la mirada del público.

"Siempre me ha interesado la figura humana, aunque siempre he intentado despegarme de lo figurativo", explicó Sandra.

La diversidad de técnicas e influencias le han hecho difícil encontrar un estilo propio y se encuentra en plena búsqueda de la identidad de su arte.


La cultura que no se ve


Ahora Sandra da clases particulares en su taller y no descarta la posibilidad de también dedicarse a la docencia en las escuelas. Ha perdido la reticencia hacia la enseñanza.

En tanto, a medida que surgen distintas propuestas laborales relacionadas al dibujo y la pintura, pero que no tienen mucha relación con sus aspiraciones artísticas, ella busca tiempo para crear una serie de pinturas que la identifique.

"Estoy muy interesada por lo aborigen. Me gustaría mostrar en mis pinturas esa cultura que no se ve, que no se difunde", explicó Sandra.

"Muchos alumnos y profesores me pregunta por qué no expongo", afirmó Sandra. Posiblemente esa serie de pinturas se convierta en su primera muestra individual.



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