¿Quién es este hombre? Pues un tipo que nació un 21 de septiembre de 1947 en Portland, Maine, y que, en lugar de asustarse con los monstruos, decidió inventarlos… y venderlos. Mucho.
Lo llaman “El Maestro del Terror”, y no es por casualidad. King no se conformó con fantasmas en el altillo o vampiros sedientos. No. Él metió el miedo en el lavarropas, en el auto, en la escuela del barrio y hasta en el payaso del globo rojo que te sonríe desde la alcantarilla. El resplandor, Misery, It… no son solo libros. Son espejos deformantes donde vemos nuestros propios temores, disfrazados de ficción.
Pero cuidado: pensar que King solo escribe de cosas que saltan en la oscuridad es como decir que Pinkerton solo cazaba falsificadores. El hombre también te rompe el alma con Sueño de fuga, te lleva a viajar en el tiempo con 22/11/63 y te enseña a escribir —con sangre, sudor y Coca-Cola— en Mientras escribo, un libro que parece manual de supervivencia para escritores desesperados (y funciona).
Ha vendido más libros que moscas en verano, sus historias han sido llevadas al cine más veces que los créditos de una telenovela, y aún así, sigue escribiendo como si el papel se le acabara mañana.
Su vida, por fortuna, no terminó devorado por uno de sus propios personajes —aunque seguro que él ya escribió esa historia en algún cuaderno oculto—. Sigue vivo, sigue escribiendo, y sigue asustándonos… con cariño.
Así que hoy, 21 de septiembre, brindemos (con una cerveza, como él) por el hombre que nos enseñó que el verdadero terror no vive en los cementerios… sino en las cosas que damos por normales.

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