“Siempre me gustó la pintura y tuve la escuela de mi madre”, dijo María Cristina Varas Fournet. En 1995, luego de radicarse en nuestra ciudad, abrió un taller de pintura decorativa y se convirtió en un referente en la enseñanza de esta disciplina.
En aquellos primeros días también enseñaba decoración de tortas. Durante el primer año, ese curso tuvo una convocatoria de 30 alumnas y en segundo llegó a sumar 100.
El “éxito” de María Cristina se debe principalmente a la pasión por esta actividad, a la que siempre ha tomado como una terapia y un pasatiempo y no como un negocio. En la actualidad 70 personas concurren a su taller a las clases de pintura decorativa, porcelana fría y artesanías.
Pero además de las clases en nuestra ciudad, que dicta en el taller que tiene instalado en su casa, en la Diagonal San Martín, también viaja cotidianamente a dar clases en La Dulce.
Y sus viajes no terminan allí. Tres veces por año, la municipalidad de Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz, le paga el viaje y la estadía para que, durante varios días, ofrezca cursos en la escuela que ella misma fundó en esa ciudad.

Una pasión
María Cristina tiene 54 años, tres hijos y una nieta que se perfila como una apasionada de la pintura. Si bien su madre le enseñó poco de pintura, ella aprendió mucho mirándola y luego comenzó a concurrir a cursos y talleres.
Siempre lo suyo fue la pintura decorativa. Incluso creó un taller en Buenos Aires, donde compartía sus experiencias artísticas con un grupo de amigas. Pero fue en Necochea donde ella descubrió su vocación docente.
En Buenos Aires ella trabajó durante 16 años en una empresa marítima como liquidadora de sueldos. Ella conoció Necochea durante unas vacaciones y en esa oportunidad su marido consiguió trabajo en una empresa de pesca española que estaba radicada en ese momento en Necochea y se quedaron a vivir aquí.
“Ahora no volvería por nada del mundo a Buenos Aires. Incluso yo quería quedarme en Puerto Deseado”, explicó María Cristina.
El viaje y los años que vivió en Puerto Deseado, donde fundó su segundo taller de pintura decorativa, también fuero como consecuencia de las exigencias laborales de su esposo.

Mucho por hacer
“Aquí me encontré con que el invierno es largo”, dijo María Cristina, tratando de encontrarle alguna explicación la buena respuesta que tuvieron siempre sus talleres. Sin embargo, debe existir otra explicación, ya que hay muchas alumnas que concurren a El Sótano desde 1995.
“Para muchas esto es una terapia”, explicó la profesora, que desde el principio cuenta con la colaboración de su amiga Alicia Sconfienza.
A pesar de los años y cursos realizados, María Cristina siempre está deseosa de perfeccionarse. Por eso, se puso en contacto con la pintora Mercedes Fariña, quien en noviembre visitará Necochea para dar un seminario intensivo de aproximación a la figura humana.
Poder traer a esta joven pintora, cuyo arte se encuentra en el límite del hiperrealismo, fue todo un desafío, ya que no da clases en el interior. “Pero nos pusimos en contacto y accedió. Ahora también la pienso llevar a Puerto Deseado”, manifestó María Cristina.
Para ella es una satisfacción poder ofrecer a sus alumnas una nueva oportunidad de perfeccionarse. La vocación de enseñar se ha convertido en uno de sus motivos para vivir. “Nunca imaginé que me iba a dedicar a esto”, precisó.

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