“Me encanta hacer reír”, aseguró Jorge Infriccioli. Es uno de los pocos humoristas con las que cuenta nuestra ciudad. Hace tres años comenzó la aventura que hoy se denomina Humor Urbano y que comparte con el músico Facundo Martínez.
“Creo que nunca es tarde”, manifestó el quequenense que a los 44 años se decidió a subir a un escenario a hacer lo que siempre le gusto: humor. “La comicidad viene con uno. Y yo siempre fui el payaso de la familia”.
Trabajador del Consorcio de Gestión de Puerto Quequén, Infriccioli comenzó a hacer humor hace tres años con Francisco Tieftrunk, con quien se subió al escenario de un pub de la Villa para realizar un homenaje en solfa al dúo Pimpinela.
Aquella experiencia le gustó tanto que decidió repetirla y el dúo trabajó durante un año, hasta que Francisco tuvo que dejar y Jorge quedó solo.
“Esto es de a dos. Solo no se puede hacer”, explicó. Es que el humor que a Jorge le gusta hacer hacer no es el del humorista que sube solo al escenario y cuenta chistes al público. A él le gusta disfrazarse y actuar. Necesitaba alguien que le diera el pie en los diálogos.
Fue así que convocó al músico Facundo Martínez y surgió Humor Urbano, un dúo humorístico que ya lleva dos años transitando los escenarios de pubs de la ciudad, además de animar fiestas.
“No somos contadores de cuentos”, explicó Jorge, que hace unos días junto a Facundo presentó un nuevo espectáculo que tiene como protagonista a un paisano recién salido de un reality show y a un muñeco que busca un cómplice para nuevas aventuras.
“Nosotros trabajamos mucho sobre esto. Son libretos de 20 o 25 carillas. Ensayamos todos los días antes de presentar un show”, señaló Infriccioli, que es quien realiza las interpretaciones. “Yo soy el que se disfraza y hace los personajes: gaucho, un muñeco, un borracho, un abuelo, un gallego, una gallega, entre otros”.
Los libretos en los que también colabora su mujer Angela, son armados con chistes y anécdotas que se recogen de la calle, de los amigos e incluso algunos de Internet. Pese al rigor de los ensayos y a la constancia del dúo, a Jorge también le gusta salirse del libreto, algo que ha podido a ser a medida que iba ganando experiencia.
Admirador de Olmedo y de Gioia, el quequenense afirma que una de las cosas más gratas de la vida es poder hacer reír a la gente.

Sobre el escenario
“Sí, papá, hacelo, es lo que te gusta”, le dijeron tiempo atrás sus hijos Amancay, Mariano y Santiago. Con apoyo de los chicos y de Angela, Jorge no dudó decidió hacerse tiempo para preparar los espectáculos y lanzarse a la aventura de subir a un escenario y hacer reír al público.
“Creo que no empecé tarde. Son los tiempos necesarios. Antes no se me hubiera ocurrido nunca hacer esto”, explicó Jorge.
Para él esta actividad se ha convertido en una parte esencial de su vida. “Hacer reír a la gente es maravilloso. Sentir el aplauso te eriza la piel”, afirmó.
“No hay una vez que no suba nervioso al escenario. Pero cuando estoy arriba, cuando ya salí, siento un gran alivio y cuando escucho la primera risa, es hermoso”, señaló. “No se puede explicar”.
“Yo vengo de las peñas, donde había guitarreadas, empanadas, vino tinto y mucho cuento y humor”, indicó. “Pero me gustan las tablas. Creo que alguna vez voy hacer teatro. Estuve estudiando y nunca es tarde. Yo empecé a los 44 años con esto. Y siento muchísimas ganas de hacer esto”.

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