Yo soy una de esas personas que nunca recuerdan lo que sueñan. Eso tiene una explicación científica que me parece haber leído en un libro.

Pero cuestiones científicas aparte, mis sueños se pueden dividir en dos categorías bien diferenciadas. Unos, los que generalmente olvido o de los que me acuerdo parcialmente, tienen que ver con cuestiones insignificantes y suelen ser producto de influencias exteriores (ruidos, cuestiones físicas) o de situaciones vividas durante el día, preocupaciones, miedos, pulsiones sexuales, etc.

Pero también he tenido otro tipo de sueños, de los que preferiría no acordarme. Estos no parecen tener ninguna relación con mi psiquismo o con experiencias de la vigilia.

En los últimos 15 años he tenido varios de estos sueños que con el paso de los días se han visto reflejados en la realidad. Fueron pesadillas que, tal vez por mera casualidad, antecedieron a hechos que marcaron mi vida.

Anoche tuve uno de esos sueños. Sólo recuerdo una parte. Yo caminaba por un calle cercana a la costa, tal vez por la avenida 2, entre 67 y 71, en un sector en que las dunas impiden ver el mar, a pesar de que se encuentra a menos de 200 metros.

Era de día, tal vez la mañana, pero la luz era escasa por la tormenta y parecía provenir del horizonte, desde el Norte.

Yo iba hacia el puerto, a buscar algo. Tal vez a pedir ayuda. Miraba por sobre las dunas y, aunque era imposible ver la playa, veía unas olas gigantescas y negras que se acercaban a la costa.

No lo recuerdo, pero creo que en el puerto había movimientros de naves de guerra.

Como en todos los sueños premonitorios, sentía miedo...

Deja tu comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente


Lee gratis mis libros 👉en Kindle Unlimited