El sábado Necochea cumplió 132 años. La nuestra es una ciudad joven y tal vez por ello sin la cultura de proteger su patrimonio histórico.
No queda casi nada del paisaje pueblerino de principios del Siglo XX, cuando Necochea era una pequeña población con unos pocos miles de habitantes.
Uno de los sobrevivientes de la antigua Necochea es el antiguo almacén de Santurtún, edificio ubicado en la esquina de calle 57 y 60.
Por años este edificio estuvo envuelto en un manto de misterio, ya que en su fachada se podía ver un sol, que muchos asociaban con un símbolo masónico.
Según una investigación realizada por la arquitecta María Elena Mendez, el almacén se llamó originalmente El Sol y pertenecía al señor Murias.
Había sido inaugurado en 1880 y luego fue vendido a Olaso. A partir de allí se llamó “Casa de Olaso”, por un breve lapso, ya que luego fue adquirido por Ulpidiano Santurtún.
Se trataba de un almacén de ramos generales que incluía ferretería y tienda y su arquitectura se encuentra dentro de lo que se denomina “casa criolla” o “casa de chorizo”.
Según Méndez, “su ornamentación fue realizada por constructores inmigrantes italianos anónimos que utilizaron símbolos exóticos que nos remiten al mundo de la alquimilia y la masonería”.
El hecho de que la logia masónica de nuestra ciudad se denominara “Sol Argentino” y que la ubicación de la construcción apuntara hacia el centro de la plaza, siempre llevó a pensar en intrincados simbolismos.
El almacén de Santurtún fue construido sobre un lote que había pertenecido Margarita Pieres. En el año 1890 Augusto Pieres edificó una casa a pocos metros del almacén, sobre la calle 60.
Aún hoy Villa Margarita es una de las casas más imponentes de nuestra ciudad y todavía pertenece a la familia de sus propietarios originales.
Esta vivienda, que se encuentra frente a la Plaza Dardo Rocha, fue ampliada en 1914 y paso de ser una casa de campo con galerías y techo de chapa a una villa italiana.

Bajo la piqueta
Muchos grandes edificios, que en otros tiempos definieron a Necochea como una ciudad progresista, desaparecieron bajo la piqueta y el abandono.
Es el caso del imponente Hotel España, que se encontraba ubicado en la esquina de calle 63 y 64.
Según una publicación de 1930, “la existencia de este hotel, propiedad de los señores Gregorio Zubillaga y Manuel Zubigaray, data desde el año 1919”.
“Dotado de instalaciones modernas, cuenta con 33 habitaciones higiénicas y bien amuebladas y un salón comedor con capacidad para más de 120 comensales”, agrega el artículo.
“El edificio, de excelente estilo arquitectónico, es amplio y confortable, comprendiendo planta baja y un piso alto. Funciona este hotel todo el año, con el concurso permanente de una tan numerosa como seleccionada clientela, la que aumenta durante la temporada de verano”, concluye la nota.
Otro hotel que se encontraba en pleno centro de la ciudad, era el Vasconia, construido por el arquitecto ruso Salamandekov. Se encontraba la esquina de avenida 59 y 66 y también fue destruido.
Mientras que el antiguo edificio de la recordada confitería La Armonía, ubicada en la esquina de avenida 59 y 62, fue remplazada por un nuevo que borró del mapa a su pintoresco antecesor.
En tanto, de la Casa Euskalduna, ubicada en calle 62 y 63, queda la estructura, que fue convertida en los últimos años en una galería comercial.
Allí funcionaba desde 1889 un almacén de ramos generales propiedad de don Tomás Bilbao. Contaba con corralón de maderas y acopio de frutos.
Bilbao era representante en nuestra ciudad y la zona de varias marcas de máquinas e implementos agrícolas, camiones, tractores, naftas y lubricantes.

Emblemas perdidos
En las primeras décadas del Siglo XX, se construyeron en nuestra ciudad algunos de los edificios y viviendas más emblemáticas.
Uno de los constructores más significativos de es época fue Tomás Anastasio, quien entre 1910 y 1930 realizó más de cien obras en la zona céntrica y en la Villa balnearia.
Entre los edificios construidos por Anastasio se encontraba el de la Sociedad Española, ubicado en calle 62 entre 59 y 61, el Dispensario de Lactantes, el chalet “La Olimpia” y la casa de los señores Del Valle y Machado. También fue el constructor de La Armonía y, en sociedad, el del Cine Teatro París.
La ciudad continuó creciendo durante los últimos 100 años y en general los nuevos edificios se construyeron sobre los escombros de los viejos.
Así, la mayoría de las edificaciones de la Necochea de los primeros años del Siglo XX fueron desapareciendo.
Es el caso del imponente Palacio Municipal, que se encontraba ubicado en la esquina de avenida 58 y 61, donde hoy se encuentra el Centro Cívico.
Aquel edificio fue inaugurado el 25 de mayo de 1910, al cumplirse el primer centenario de la patria.
Una a una, las edificaciones que otra época fueron símbolo de Necochea, desaparecieron: el Hospital Villa Díaz Vélez, grandes hoteles de la Villa balnearia, la rambla, comercios típicos, varios puentes y pintorescas viviendas construidas durante la Belle Epoque.
Hoy sólo quedan de ellos algunas viejas fotografías. Las paredes de otros antiguos edificios sobreviven bajo la estructura de nuevas construcciones, pero tienden a desaparecer, como los recuerdos que aún sobreviven en la memoria de algunos vecinos que los vieron de pie. 

1 Comentarios

  1. La casa de balzategui de 57 y 62 de qué año Es? Es verdad que fue construida por garnier?

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