Hay personas que no descubren jamás cuál es su verdadera vocación. Otras, como Pedro Estarli, la descubren pronto y se dedican por entero, en cuerpo y alma, a desarrollar esa actividad que los apasiona.
Como la mayoría de los jóvenes de su generación, Estarli jugó al fútbol, pero pronto descubrió que lo que realmente le interesaba era el arbitraje.
Una prematura lesión lo obligó a colgar los botines y lo decidió a ponerse definitivamente la indumentaria de árbitro. Comenzó en el fútbol amateur, en unos torneos comerciales que se realizaban en la quinta danesa.
Luego, en el Parque Zugazua, fue árbitro de torneos infantiles y en la década del 80 comenzó una carrera en la Liga Necochea de Fútbol que lo llevó a convertirse en uno de los jueces con más larga trayectoria en nuestra ciudad.
Hace varios años que Estarli no dirige, pero sigue vinculado al arbitraje, ya que es el presidente del Colegio de Arbitros de la Liga Necochea de Fútbol, organismo que integra el Tribunal de Penas.

Pitazo inicial
La escasa estatura de Estarli se agigantaba dentro de la cancha. Pedro comenzó a dirigir en primera en una época en que los clubes de primera división tenían entre sus filas a algunos de los más recordados jugadores de nuestra ciudad.
“No es por desmerecer a nadie, pero en esa época jugaban hombres”, dijo Estarli con su característico estilo directo.
En aquella época jugaban en nuestras canchas “Paquillo” Sánchez, los hermanos Mainardi, la “Chancha” Portugal, “Calija” Guerrero y Gustavo Cárdenas, entre otros recordados valores del fútbol local.
Precisamente uno de los momentos más difíciles que vivió dentro de una cancha y que hoy recuerda como una anécdota cómica, está vinculada a “Paquillo” Sánchez.
En un partido en que Estación enfrentaba a Palermo, luego de una jugada confusa, Sánchez se acercó para reclamarle. Pedro echó mano al bolsillo de la camisa, donde tenía la tarjeta amarilla, para amonestar al jugador... pero sacó la tarjeta roja.
Ante el lamento de “Paquillo” por la expulsión, Pedro notó su error y metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó la tarjeta amarilla.

Referí, referí
Estarli había surgido de un ámbito no menos difícil, como lo era el fútbol comercial, donde no existía el alambrado ni la vigilancia policial para proteger al hombre de negro.
Pedro nació en Juan N. Fernández el 23 de octubre de 1953 y aún era adolescente cuando se dio cuenta de que había nacido “para ser árbitro, no para ser jugador”.
Jugó en Huracán y en Gimnasia, pero se lesionó. Como en los torneos comerciales, cuando aún participaba de jugador, le pedían siempre que dirigiera, decidió dedicarse por completo a lo que realmente le gustaba: arbitrar.
Siempre había admirado a Carlos Miranda, uno de los grandes árbitros del fútbol local y siguió sus pasos, aunque marcando su propio estilo.
Luego de un tiempo como árbitro de fútbol comercial, pasó por el Parque Gaspar Zugazúa, donde fue árbitro de los torneos infantiles de Fefiba y luego llegó a la Liga Necochea de Fútbol.
Comenzó en los torneos de Ascenso en el 84, en la misma época en que su admirado Carlos Miranda abandonaba el arbitraje.
Pedro tuvo oportunidad de dirigir varios partidos del Estación Quequén que llegó a competir en el Nacional con los grandes clubes del fútbol argentino.
No eran años fáciles para vestir de árbitro. En esa época en las canchas locales jugaban algunos de los más grandes futbolistas de las últimas décadas, quienes además tenían grandes personalidades.
El árbitro también sentían en esos años mucha más presión de las tribunas, que ya iba mucha más gente a las canchas.
“Al principio los insultos me molestaban, pero después me acostumbré”, dijo Pedro, que durante años realizaba la misma rutina que un jugador. Los días que tenía que dirigir no comía al mediodía y se mantenía en forma.
Muchos no se acostumbraban a la rutina, a la tensión con los jugadores ni a las presiones de la tribuna y abandonaban, pero para Estarli era algo necesario.
“Soy un apasionado del arbitraje”, explicó Pedro, que en la actualidad tiene 59 años y siempre admiró profundamente a Castrilli.

La camisa negra
En 2004 Estarli dejó de dirigir partidos de la primera división, pero siguió en el fútbol infantil.
Si bien cuando dirigía a jugadores mayores Pedro era reconocido como implacable, con los chicos era distinto, no le gustaba sacar tarjetas y se caracterizaba por dialogar y aconsejar a los pequeños.
Siguió en el fútbol infantil hasta 2009, cuando se retiró definitivamente de las canchas, aunque también realizó una experiencia paralela en Lobería, entre 2004 y 2007.
En esos años dirigió el fútbol amateur de la vecina localidad, una experiencia difícil como árbitro, ya que precisamente lo llamaron porque el torneo se caracterizaba por la indisciplina de sus jugadores.
“Lamentablemente no se puede vivir de esto”, dijo Pedro Estarli, que aún trabaja en el área de Compras de la Municipalidad local.
Sin embargo, su máxima vocación siempre fue el arbitraje y le heredó parte de esa vocación a su hijo Matías, que en la actualidad es referí de la primera división del fútbol local.
Pese a ya no dirigir, principalmente por una cuestión de estado físico, no porque le falten ganas, Estarli sigue vinculado al arbitraje. Es presidente del Colegio de Arbitros local.
Se lamenta de que en la actualidad haya pocos árbitros y que tampoco haya muchos jóvenes interesados en aprender a dirigir.
Reconoce que la suya no es una vocación muy común. Durante sus 23 años de árbitro de primera división en nuestra ciudad dirigió muchas finales y debió imponer su carácter en todas las canchas y ante jugadores y dirigentes de gran personalidad.
Para los hinchas locales, Estarli es una de esas figuras inolvidables del fútbol necochense de las últimas décadas.

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