Domingo Armando Apud tiene 58 años y se dedica a la taxidermia desde la década del 70, cuando, interesado por esta disciplina, decidió realizar un curso en el Instituto Superior de Taxidermia de la Capital Federal.
Allí obtuvo el título que le permitió dedicarse a enseñar la especialidad en clubes, asociaciones de fomento e incluso en facultades. Precisamente la docencia lo traerá en 2007 a Necochea, donde piensa dictar un curso de taxidermia. "En la actualidad existen muy pocos taxidermistas", explicó.
Apud, que tiene una hija radicada en Necochea, señaló existe mucho interés de cazadores y pescadores respecto a esta especialidad pero no hay dónde aprenderla. A raíz de ello, proyecta dictar un curso en los próximos meses en nuestra ciudad.
"Existe mucho desconocimiento de la gente. Primero hay que hacerles comprender que el arte de embalsamar no afecta a la ecología ni al medio ambiente", señaló.
Si bien muchos cazadores utilizan la taxidermia para preservar sus piezas, también se puede trabajar con especímenes que el taxidermista pueda encontrar muertas, pero en buen estado de conservación.
"Se pueden conservar pieles, estructuras óseas o incluso insectos", señaló Apud.
¿Qué es la taxidermia?
Según la Wikipedia, se define Taxidermia (del griego "arreglo o colocación de la piel") como el arte de disecar animales para conservarlos con apariencia de vivos y facilitar así su exposición y estudio. Si bien es una práctica que, comúnmente, se lleva a cabo con mamíferos, es utilizada de igual manera con animales menos desarrollados.
Los métodos empleados por los denominados tarxidermistas han mejorado notablemente durante el pasado siglo, haciendo posible así un estado del arte bastante avanzado. De este modo, sus practicantes pueden emplearse profesionalmente, por ejemplo trabajando para museos, o bien realizar su labor a nivel aficionado, como puede ser el caso de cazadores, pescadores, entusiastas de la afición, etc. Suelen poseer conocimientos técnicos en aspectos tan variados como la anatomía, la escultura, la pintura, la disección o el tratado de pieles para poder practicar este peculiar arte.
Es importante, asimismo, no confundir taxidermia con taxonomía, empleándose este último término para denominar a la ciencia de la clasificación (normalmente asociado a la biología).
Una pasión
Apud nació en la provincia de Santa Fe, pero vive en La Plata desde 1967. Recuerda que de niño le gustaba nadar en el Río Paraná y allí comenzó a sentir el deseo de preservar aquellos maravillosos ejemplares de la muerte y el paso del tiempo.
Ya de grande trabajó en el buque oceanográfico "Capitán Cánepa" de la Marina, que tiene asiento en la Dársena Norte, pero realizaba campañas por todo el litoral marítimo argentino, hasta Puerto Deseado y Puerto Madryn. Siete años navegó en ese barco y siempre se sintió atraído por la labor científica.
Al dejar aquel trabajo decidió dedicarse a la conservación y realizó el curso para obtener el título de profesor en taxidermia y conservación
En aquella época, precisamente el Instituto Superior de Taxidermia, donde Apud realizó el curso, impulsó la especialidad, que estuvo de moda durante parte de los años 70. Incluso llegaron a dictarse cursos por correspondencia.
Esta ciencia, que es tan vieja como el hombre, también se ha visto beneficiada por los avances en las ciencias químicas. "Antiguamente se usaron hierbas medicinales, mirra, pimienta, etc. Más recientemente alquitrán. Pero en la actualidad se usan químicos líquidos o sólidos", afirmó Apud.
Explicó que a pesar de ello, es posible enseñar esta ciencia a niños desde los 10 años y lo ha hecho en distintas instituciones de Capital Federal y Gran Buenos Aires.
Pero además de dedicarse a la enseñanza, también continúa realizando trabajos de taxidermia con tanto entusiasmo como la primera vez. Entre los ejemplares más extraños que ha embalsamado se encuentra un emú australiano (un ave de la familia del avestruz), que perteneció al Zoológico de La Plata.
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