Hoy volví a Quequén después de al menos un mes. Tuve que ir a cubrir el acto por el 194 aniversario de la fundación de la Prefectura Naval Argentina y me quedé a almorzar en casa de mi madre.
Lo extraño es que ya no siento a esa casa como mi hogar. Aunque están aún allí parte de mis libros y mis comics, siento que ya no pertenezco a ese lugar.
La sensación es extraña. Estuve leyendo algunos de los apuntes de libretas que aún están guardadas en cajones y cajas, y parece que todo aquello lo hubiera escrito otra persona.
Incluso leí algunas notas de hace tres años y me sorprende que haya pasado tan poco tiempo, porque en mi mente es como si desde aquellos sucesos hubieran transcurridos décadas.
También encontré unas fotos de mi padre que me confirman que mi hijo Juan Cruz se parece muchísimo a él. Especialmente la nariz, la sonrisa y cierta expresión de sus ojos.
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