El racismo, una de las causas de la Segunda Guerra Mundial, que prácticamente llevó a Europa al borde de la destrucción, vuelve a aparecer en el viejo continente. La existencia de campos de detención de inmigrantes ilegales demuestra que, pese a su progresismo, Europa o, mejor dicho, los europeos, no han aprendido nada.
Se cree que existen unos 280 campos de detención en los que los inmigrantes pueden permanecer detenidos hasta 18 meses antes de ser deportados.
Mientras las políticas de estado se confunden con el racismo y los gobernantes de algunos de los países más afectados por la crisis económica propician este tipo de políticas discriminatorias, ¿qué hacen los ciudadanos europeos? ¿De qué lado están? ¿Permanecerán callados como los ciudadanos alemanes durante el gobierno de Hitler? ¿Apoyarán estás medidas o las repudiarán?
Las políticas económicas, que llevaron a algunos países a enriquecerse a costas de otros, que han quedado sumidos en la miseria, es lo que ha generado estas olas migratorias. En otras palabras, se cosecha lo que se siembra. Durante siglos, el imperialismo europeo saqueó al continente africano. Sin embargo, hoy Europa le cierra las puertas a los africanos.
España solventó su imperio donde nunca se ponía el sol sobre la sangre y el oro americano. Pero hoy considera "sudacas" a todos los ciudadanos sudamericanos. Si la mayor parte de la población sudamericana lleva apellido de origen español no es una casualidad.
Miles y tal vez millones de italianos escaparon de Europa hacia la Argentina, Brasil o Estados Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí comieron, educaron a sus hijos y fundaron sus empresas. Pero hoy Italia parece olvidar que alguna vez sus hombres, mujeres y niños fueron inmigrantes en otras tierras.
El mundo es hoy, más que nunca, un crisol de razas. Sin embargo, los intereses económicos de algunos sectores impulsan la discriminación y la xenofobia. Países que solventaron su cultura sobre la fe cristiana no deberían olvidar la sentencia de Dios a Abraham y a todos los hombres: "heredarás la tierra". En otras palabras, ningún ser humano debería ser ilegal en la Tierra.
En un mundo como el actual, deberíamos propiciar la libre circulación y la imaginación para resolver problemas económicos globales, que nos afectan a todos, y no la discriminación y el racismo, que ya deberían haber sido desterrados.

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