“No vacilamos en expresar que la inauguración del Palacio del Cine, que tendrá lugar hoy, será el acontecimiento del año en nuestra ciudad”. Así comenzaba el artículo con el que Ecos Diarios anunciaba, el 23 de mayo de 1931, la inauguración de la nueva sala del Cine Teatro París.
“La empresa de los señores Pedro Lafourcade e hijos, incansable en su afán de dar a Necochea nuevos impulsos en concordancia con los adelantos cada vez más sorprendentes del arte cinematográfico y de ofrecer a su culto público los deleites del teatro más representativo, concibió la idea de modernizar la antigua y bien podríamos decir histórica sala del Cine Teatro París”, explicaba la nota.
La Sociedad Francesa apoyó la iniciativa. “Forman el edificio, a más de la gran sala de espectáculos, un amplio salón para negocios, espléndido subsuelo y hermosa casa de familia en los altos”, señalaba la nota.
“Estará dotado de 632 plateas, 16 palcos y 404 tertulias, aparte de otras comodidades que permitirán una capacidad de 1.100 personas”, añadía.

Transformaciones
El 10 de septiembre de 1904, Lafourcade había instalado el Café París en el primitivo edificio de la Sociedad Francesa.
El 25 de mayo de 1906, se inauguraba allí el “café cinematográfico parís, primer biógrafo que tuvo esta ciudad”.
Según el artículo publicado con motivo de la inauguración del Palacio del Cine, en 1931, aquel primer biógrafo registro sucesivas mejoras hasta llegar 1918, cuando se “construyó un amplio escenario por donde desfilaron las principales compañías nacionales y extranjeras”. Desde entonces se denominó Cine Teatro París.
Ya bajo la firma Pedro Lafourcade e Hijos, la empresa alquiló en abril de 1925 el Ocean Cine, una moderna sala en la que se introdujeron algunas mejoras.

Mil espectadores
La inauguración del Palacio del Cine tuvo una gran repercusión. Según la crónica publicada al día siguiente en Ecos Diarios, más de mil personas concurrieron a la apertura.
“La amplia sala ofrecía en su noche inaugural un soberbio espectáculo; un un solo claro se veía en los palcos, plateas altas y bajas, al extremo que colocáronse sillas a fin de faciliar la comodidad de los espectádores que no pudieron ubicarse en butacas, lo que obligó a la empresa a la suspensión de la venta de localidades”, precisaba el artículo.
El trío Gedeón, dirigido por Felipe Sanjaume, estuvo a cargo del espectáculo inaugural y fue ovacionado por el público.
Días después, el diario daba cuenta del éxito de la nueva sala: “El 25 se agotaron las localidades en el Palacio del Cine”, indicaba un artículo publicado el 27 de mayo.
“El público, en las tres primeras funciones dadas en el Palacio del Cine, ha sabido corresponder a los esfuerzos de la progresista empresa de Pedro Lafourcade e Hijos”, indicaba la nota.
“En la noche del 25, la concurrencia fue sencillamente extraordinaria. Tan es así que superó a la habida en la noche de la inauguración. Las localidades se agotaron, teniendo la empresa que habilitar sillas para dar cabida al público que llenó la sala”, agregaba.
Esa noche el trío Gedeón realizó su última presentación y se exhibió la película “Las Orcadas”.

En pantalla grande
En los días en que el Palacio del Cine abrió sus puertas, el séptimo arte era el principal entretenimiento de los necochenses.
La televisión no existía y en la ciudad había sólo una emisora de radio: LD4 Radio América, que se había inaugurado el 11 de mayo, unas semanas antes que el cine, en calle 25 de Mayo (hoy 62). Pero la primera radio de la ciudad, que pertenecía a Mario Orofino, sólo realizaba transmisiones de 10 a 12 y de 15 a 18.
Por tal motivo, el cine era el espectáculo más popular de la época y la apertura del Palacio del Cine ofrecía por primera vez a los necochenses la oportunidad de disfrutar de ese espectáculo con las mejores comodidades.
A los pocos días de la apertura, se proyectó una de las películas más espectáculares que se habían realizado hasta ese momento: “Angeles del Infierno”.
El filme producido por el excéntrico Howard Hughes, había costado casi cuatro millones de dólares, una suma que excedía a la invertida a la de cualquier filme realizado hasta el momento. La película tardó tres años en realizarse y cuando gran parte del rodaje se había realizado se estrenó la primera película sonora, lo que obligó a Hughes a desechar buena parte del material rodado para incorporar esa tecnología.
El moderno Cine París era el lugar ideal para disfrutar una película de esas características. Las funciones comenzaban a las 17 y finalizaban cerca de la medianoche. El programa incluía películas mudas, dibujos animados y grandes producciones sonoras, que eran la gran atracción del momento.
Los domingos las funciones comenzaban a las 14. Un programa de aquellos días anunciaba la proyección de las comedias “El hijo errante”, “Marido a la fuerza” y “Somos los marineritos”, el dibujo animado sonoro “Loco por el jazz”, el musical “Orquesta de Hollywood” y el western “Huellas que se desvanecen”. En horario central, se proyectaba “Cascarrabias”, una película “totalmente hablada en castellano”.
Unos años después, las series llegaban al cine local y los espectadores cautivos concurrían cada semana para poder ver la continuación de la historia. Fu-Manchú, Dick Tracy, El misterioso Dr. Satán, Las aventuras del capitán Maravilla (Captain Marvel) o Los peligros de Nyoka, llevaron multitudes al cine y convirtieron a varias generaciones de necochenses en adictos del séptimo arte.
Aquellas largas matiné se parecían a las que, a fines de los 70 y principios de los 80, disfrutaron gran parte de los necochenses hoy mayores de 35 años, en la última época en que el París funcionó como cine.

Artículo que escribí para Ecos Diarios en noviembre de 2010

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