Ilustración cuento Reunión secreta

El viejo Pérez se subió el cuello del saco y se recostó en el banco de la plaza. El sol apenas alumbraba detrás de un velo de gruesas nubes. El viento del sur arrastraba un frío cargado de humedad.

Era la hora de la siesta, cuando los chicos del barrio invadían la plaza con sus gritos y sus risas. Pero aquella tarde, todos debían estar dentro de sus casas. Pérez podía imaginarlos, sentados mirando televisión o volviendo locas a sus madres. 

Presintió que aquella tarde la espera sería en vano. Ninguno de los muchachos iba a concurrir a la cita. Hacía más de treinta años que se encontraban en aquella plaza el cuarto jueves de junio.  

Era una reunión secreta, ninguno de los cuatro asistentes intercambiaba una palabra con los otros. Un casi imperceptible cambio de miradas era el único contacto. El rito duraba apenas unos segundos. El suficiente para que pudieran verse y comprobar que los otros aún estaban vivos. 

Guardaban un horrible secreto y sabían que el día que uno de ellos no asistiera, el pacto estaría roto y la vida de los otros tres estaría en peligro.  

Pero aquella tarde, cuando ninguno de los otros tres concurrió a la reunión, Pérez sintió que el mundo se le venía encima. Lo habían traicionado... 

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