(Por Mario Casalongue, de la redacción de NOVA).- La inseguridad es una sensación, asegura, Hijitus parafraseando al senador Aníbal Fernández, mientras saborea un amargo absolutamente despreocupado acerca de la realidad que lo rodea, mientras el comisario, fuera de sí, le pide que utilice sus súper poderes para combatir a los malhechores, que hacen estragos en la ciudad.
Trulalá se ha convertido en algo similar a la Colombia de Pablo Emilio Escobar Gaviria, donde a cualquier ciudadano lo matan por encargo, o por nada, la droga corre como las Cataratas del Iguazú, los narcos de ríen en la cara de la policía, entran por una puerta y salen por la otra, total, tienen comprados a funcionarios, jueces y hasta a miembros de la propia fuerza de seguridad.
Ya no es tan fácil encarcelar al nefasto profesor Neurus, y a Pucho, su ingenuo ayudante de acento rosarino, que se han mudado a Puerto Madero y pesan dinero en una cueva financiera para enviar a paraísos fiscales como Suiza, Belice, Islas Caimán, Seychelles, Panamá, Luxemburgo, Montevideo y la Isla Paulino de Berisso.
Se asociaron con Fariña y Elaskar, amparados por poderosos miembros del Ejecutivo nacional, y hasta lograron que el gracioso Larguirucho, amigo íntimo de Hijutus, vuelva al bando de los malos, como en sus inicios, y lo mandaron a Panamá a crear empresas fantasmas para lavar dinero sucio.
Pichichus, ese perrito de espíritu bondadoso, fiel guardián y seguidor de Hijitus, se aburrió de ser leal, y ahora es utilizado por Neurus y Pucho para trasladar sustancias prohibidas en la frontera de Argentina con Bolivia. Es común ver en Trulalá ver tipos drogados en las esquinas diciendo incoherencias, y los delincuentes narcotizados ya se atreven a cometer malandrerías de toda especie. Una anarquía absoluta.
De la malvada Bruja Cachavacha nada se sabe. Ahora la reemplaza Hebe de Bonafini, quien en lugar de una escoba para volar, lo hace en aviones costosísimos, parando en hoteles cinco estrellas, con un nivel de vida envidiable, producto de los hechos de corrupción junto a los hermanitos Schoklender, que juran por sus padres que son inocentes de toda acusación que pesa sobre ellos.
El comisario se agarra la cabeza. Los policías hoy no trabajan, ya que formaron un sindicato y están de paro, porque consideran que no cobran lo suficiente. El multimillonario Gold Silver se fue a vivir a Miami, donde vive de joda en joda con mujeres de dudosa reputación, y Oaky, su hijo, está en una clínica de recuperación para adictos.
Lo único positivo de la historia, es que el comisario, con ayuda de ex servicios expulsados de la SIDE, pudo descubir que el Gran Hampa, jefe mafioso que aparece siempre en las sombras de su sillón, siendo sólo visibles ojos y manos, es nada más ni nada menos que el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, buscado por la justicia por una cantidad gigante de delitos.
Este clima de vicios y corrupción que azota a Trulalá no parece inmutar a Hijitus, quien ya no se mete dentro de su sombreritus para transformarse en súper héroe y desde el aire atrapar a los malos. Ante tanta impunidad, se dejó vencer por el desánimo y toma mate, pretendiendo ignorar la nefasta realidad que lo rodea.
“Cuando el Pueblo se cansa hace tronar el escarmiento”, nos decía un viejo y sabio líder argentino. Ojalá Hijitus, que es parte del pueblo de Trulalá reaccione, vuelva a encarcelar a Neurus y Pucho ante la mirada agradecida del comisario. Ojalá Larguirucho y Pichichus, asociados con los malos, regresen a la inocencia y la bondad. Ojalá todo vuelva a ser como ántes. Ojalá. (Fuente: Nova Argentina)

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