Están por todos lados, son parte de la ciudad y de la vida cotidiana de los necochenses. El arte de estos dos jóvenes, es casi secreto, aunque sus obras griten desde las paredes, desafiando la tranquila monotonía de las calles de Necochea.
Se autodenominan Necostencil y se dedican a hacer un arte que se encuentra al límite de la expresión plástica y la ilegalidad, según sus propios autores. El stencil no es otra cosa que una plantilla recortada, habitualmente construida con viejas radiografías o acetatos (el cartón es menos recomendable) que permite, previa imposición sobre un muro, aplicarle una fina capa de pintura en aerosol, de acuerdo a una de las tantas definiciones de esta forma de alegato callejero.
Detrás de Necostencil encontramos al necochense Leo Baños y al entrerriano Silvio Blanco, quien prefiere hacerse llamar Pigrio. Hace dos años, unidos por la misma pasión, comenzaron a recorrer juntos la ciudad y dejar su huella en las paredes.
“Esto casi industrial”, manifestó Pigrio. “Lo único artesanal es el calado de la placa”, afirmó el joven de 29 años, que prefiere no dar a conocer su rostro.
Aunque sus obras se han convertido en parte del patrimonio urbano de la ciudad, él prefiere no definirlas como arte y considera que lo suyo se encuentra al límite de la legalidad.
La postura de Leo es diferente. Sí cree en el stencil como arte y como una forma de expresión artística nueva.
Si bien para ellos aún no está muy claro qué lugar ocupa su trabajo, el stencil hoy es reconocido como arte callejero, expresión que proviene del término inglés street art y que describe todo el arte desarrollado en la calle, normalmente de manera no autorizada. Esto incluiría tanto al Grafiti vinculado a la cultura Hip Hop como a otras formas diversas de intervención artística en la calle.
Desde mediados del los años 90 el términos arte callejero o su equivalente de Post-Graffiti se vienen usando para describir el trabajo de un conjunto heterogéneo de artistas que han ido desarrollando acciones artísticas en la calle mediante el uso de plantillas, posters, pegatinas y otras técnicas y códigos que se alejan del graffiti.

Acción y reacción
Necostencil comenzó con sus intervenciones hace unos dos años. Uno de los primeros plantillazos fue en el paredón que bloquea la entrada del viejo edificio del Cine Gran Sud.
“La idea era que quien lo viera desde lejos creyera que decía prohibido fijar carteles, pero al acercarse decía Nos matan de tristeza”, recordó Pigrio. Inspirado en aquella frase, alguien escribió una poesía que también pegó en las calles.
“Yo vi el stencil como una manera interesante de plasmar algo en las paredes, de dejarlo afuera de casa”, afirmó Pigrio, quien no se considera artista, no dibuja y cuyo trabajo está más emparentado con la literatura y la protesta.
“Cada uno puede interpretar el mensaje como quiera”, señaló Leo, que empezó a hacer stencil a partir de ver algunos diseños por Internet. “Empecé a buscar imágenes, a pasarlas a negativo, a retocarlas y a hacer el calado. Nadie me enseñó”, explicó.
En la actualidad, Necostencil es el único movimiento dedicado a esta forma de expresión en nuestra ciudad. Sus obras se pueden encontrar en paredones, postes de alumbrado eléctrico, veredas y otro tipo de soportes.
Sus intervenciones buscan la reacción del ocasional transeúnte y han convertido a muchos paredones de la ciudad en pequeñas salas de exposición, aunque sus autores aún se nieguen a reconocer sus plantillazos como arte.

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