Tiene 19 años y sólo le falta un año para terminar la carrera de Ciencias de la Computación en la Universidade Estadual Do Oeste Do Paraná, en Brasil.
Este joven necochense se radicó en Brasil hace tres años y a los 16 pudo terminar sus estudios secundarios y comenzar a cursar sus estudios universitarios.
Aunque por su currículum podría pasar por un niño prodigio, Carlos Andrés Ferrero explicó que en realidad los estudios que había realizado en Necochea le permitieron acceder directamente al último año de los cursos de nivel medio en la ciudad de Foz de Iguazú.
Sin embargo, hace unos días un diario de Itaipú publicó un artículo donde se destacaba la labor de este joven necochense por sus investigaciones en el Parque Tecnológico de esa ciudad.
El, que en estos días se encuentra de vacaciones en nuestra ciudad, le resta importancia a sus logros y prefiere mantener un perfil bajo.
No obstante, no pasa desapercibido para aquellos que tienen oportunidad de hablar con él. El acento portugués se le ha pegado en estos tres años de vivir en el país vecino.

En el laboratorio
Andrés cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 28 y un año en la Instituto Secundario Argentino Danés Alta Mira. Pero luego de unas vacaciones en Brasil, donde visitó a unos tíos, decidió irse a vivir a Foz de Iguazú.
Aquí dejó a sus padres, a su hermano y a todos sus amigos, sin embargo, estaba entusiasmado con las posibilidades que brindaba el sistema educativo brasileño.
"Se les da muchas oportunidades a los estudiantes en el área de investigación, a diferencia de aquí, donde, por lo general, sólo se apoya el trabajo pero de los titulados", manifestó Andrés.
En la actualidad, está abocado a la inteligencia artificial, y trabaja en el Laboratorio de Bioinformática del Parque Tecnológico de Itaipú.
Allí participa de distintos proyectos, pero está especialmente dedicado a la aplicación de la inteligencia artificial en las bases de datos de sistemas hospitalarios.
Según explicó, con estos programas se pretende ayudar a los médicos a contar con información más precisa y organizada, ya que el volumen de datos con el que cuentan los facultativos son difíciles de manejar para un ser humano.

Vivir en Brasil
Para Andrés lo más difícil de vivir en Brasil fue acostumbrarse a pensar en portugués, pero ahora que lo ha logrado, resulta complicado hablar en castellano.
Hasta el 13 de enero se encuentra de vacaciones en nuestra ciudad, visitando a su familia. Después deberá volver al laboratorio.
Si bien extraña la Argentina, tiene claro que vivirá al menos unos seis años más en Brasil, hasta terminar su maestría y obtener un doctorado en la Universidad de San Pablo.
Hace dos años que vive solo en Brasil y dice que la única rivalidad de los brasileños con los argentinos se da en el fútbol y que en la mayoría de los casos eso es un mito.
Aunque todavía no sabe qué hará al terminar sus estudios, quiere seguir vinculado al ambiente académico. La vida en laboratorio no es para todos y no es fácil adaptarse, pero el compañerismo y la amistad, además del ambiente de estudio, hace que una vez que se ingresa sea difícil querer dejarlo.
También la realización de simposios y congresos, hacen que Itaipú sea un lugar casi ideal para un estudiante universitario como Andrés. Sin embargo, el escaso número de doctores en informáticos que existen en la Argentina, hacen de nuestro país con muy buenas posibilidades laborales.
Pero él no lo piensa y quiere seguir disfrutando de su trabajo en el laboratorio y de sus investigaciones.

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